viernes, 14 de septiembre de 2012

MIS ORIGENES



La historia a través de tres generaciones a veces es confusa, pero más lo seria sino se supiera que es lo que ha pasado alo largo de los años, en el mundo, en el país y en el estado.Es por eso, que por contaré lo que ha ocurrido en mi familia, según las voces de mi mama, mi abuelo Fernando y mi abuela Mila. Otros datos los tomé prestados de algunos libros, en especial el del origen de mi apellido, que desde siempre me ha cautivado.

Y esta es la historia según mi familia…

"Cuando el Dr. Cárdenas fue a Guatemala a obtener su doctorado en Teología, conoció a Juan Basilio Taracena, a quién vuelto a Cunduacán en 1806, trajo consigo y le proporcionó una casa cercana a la parroquia para establecer una escuela que funcionó con éxito durante algunos años. En Jalpa, don Juan Basilio contrajo matrimonio con Doña Juliana Cupido, la que le dio entre otros a un hijo Rafael, de quien fue nieto Don Juan Gregorio Taracena, de ojos azules, tez blanca y poblados bigotes. Don Juan Gregorio Taracena, formó hogar con una cunduacaneca Doña Dominga Padrón"[1].

Estos fueron los progenitores Don Rosendo Taracena Padrón, padre del ilustre Alfonso Taracena.Una voz tabasqueña, la del prebísterito José Eduardo de Cárdenas, natural de Cunduacán, se elevaría en las Cortes de Cádiz para clamar por la “inmérita oscuridad” en que seguía sumida, después de tres siglos, la provincia de Tabasco.Como diputado de las cortes españolas, José Eduardo de Cárdenas formulaba todavía en el marco de la Colonia las aspiraciones de su provincia, “la primogénita” de la Nueva España, “a salir de la oscuridad en que sin razón ha estado sepultada”.

Platicando con mi abuela Mila – en realidad, se llama Edelmira, pero así le han llamado desde siempre- mientras viajábamos de Cunduacán a Zapata, me contó la siguiente historia: “Mis papacitos fueron Jonás Quiroga y Manuela Valenzuela; ellos eran muy católicos, tanto que mi papacito defendió la iglesia de la Natividad (se encuentra en el centro de la ciudad en Cunduacán), ya no me acuerdo bien, como eran esas cosas, recuerdo que habían los llamado azules y los rojos, yo no entendía de eso, pues era una niña, y antes, cuando una mujer se interesaría en los asuntos del gobierno. Pues, te decía, que mi papacito y otros señores, se fueron a la capital a hablar con Don Tomás Garrido, decían que era un hombre malo, pero a mi papá no le importó, y se plantó frente al gobernador, y le dijo que no había porque destruir la Iglesia, pues esta podría ser utilizada como oficinas de gobierno; y así fue. Ahí estaban las oficinas del ayuntamiento.”

Por otro lado, en Emiliano Zapata, Don Domingo García Sosa- el papá de mi abuelo- murió ahogado en el río Usumacinta, victima de un ajuste de cuentas, ya que mi bisabuelo pertenecía al bando "antigarridista" y por ser contrario a las ideas del Gobernador, fue mandado a matar. Eso allá por los años de 1923.

¿Pero era en realidad Tomás Garrido un hombre malo? Tomás Garrido Canabal, estuvo cinco meses como gobernador -de agosto de 1919 a enero de 1920-, los cuales le bastaron para empezar a poner en práctica algunas de sus ideas: inició nuevos procedimientos en materia administrativa; dio los primeros pasos para integrar las ligas campesinas y las agrupaciones obreras; y formó los primeros grupos juveniles identificados con la revolución.

Entretanto el país vivía en medio de la agitación revolucionaria. Se acercaban las elecciones para la presidencia de la Republica y la lucha política entre Carranza y Obregón iban adquiriendo matices cada vez más explosivos.

No sólo se combatía al clero como institución, sino que se intentó la erradicación del dogmatismo religioso.Los templos fueron derribados, los sacerdotes expulsados, las imágenes incineradas, los hogares allanados por jóvenes garridistas con órdenes de incautar todos los objetos y símbolos religiosos.Otro de los propósitos de Garrido era eliminar los vicios, especialmente el alcoholismo. La embriaguez le inspiraba un sentimiento de repulsión, desde que viera en su juventud como los mayordomos de las fincas agrícolas envilecían a los peones con el aguardiente para prolongar la esclavitud a que los tenían condenados.

Por ese mismo tiempo, en Montecristo (que cambió a Emiliano Zapata, por órdenes de Garrido) una señora llamada Pragedia Fonz, se dedicaba al transporte ilegal del alcohol, a través del río Usumacinta de Jonuta a Zapata, así le hizo esta señora por mucho tiempo, hasta que un día llegando casi a la ribera del río, fue interceptada por los garridistas y lo único que se le ocurrió decir fue: “¡Qué joder y ay llegando!”, aunque parezca chistoso, esta es una anécdota, que hasta ahora es recordada por todos los habitantes de este municipio, pues aun se sigue empleando esa tan singular frase, cuando las cosas salen mal al final.

Regresando a la historia de mi familia, mis bisabuelos paternos fueron Don Nicolás Taracena y Doña Josefa Olán, que tuvieron seis hijos, entre ellos mi abuelo Enrique Taracena, al cual nunca conocí; murió en 1976 ocho años antes de que yo naciera, en la misma fecha - 17 de agosto de 1984-.

En el año de la muerte de mi abuelo, en México ocurrían ciertos cambios… El partido acción nacional, la oposición principal, satisfechos en noviembre para discutir la participación electoral y para seleccionar a un candidato. Sin embargo, sufrió una división profunda y la mayor parte del ala moderado-progresiva del partido a la izquierda; la pieza aplazó a su convención sin nominar cualquier persona.

Mi abuelo Enrique fue bracero, en su juventud fue bracero, ya casado con mi abuela Mila; ellos tuvieron cinco hijos, Nicolás el mayor, es mi padre. El matrimonio de mis abuelos, nunca fue miel sobre hojuelas, así que se separan antes de que mi tía Doria naciera, ella es la menor.Mi abuelo Enrique, formó otro hogar con Rita Acuña, en Cárdenas, Tabasco. AL final tuvieron 8 hijos. En total 13, Nicolás, Carlos, Martha, Eleazar, Doria (con Mila Quiroga), Enrique (+), Oscar, Mario, Norma, Elda, Ricardo, Claudia y Verónica (con Rita Acuña).

Hasta aquí he mostrado los orígenes de los Taracena y de mi padre. Toca el turno, al lado materno...

Mis bisabuelos Domingo García Sosa y Carolina Berttolini, tuvieron tres hijos; Fernando (mi abuelo), Margarita y Consuelo. Mi abuelo muy poco recuerda a su padre, pues él. Por esta razón, mi bisabuela Carolina, tuvo que abandonar Montecristo (ahora E. Zapata) para irse a vivir a La Libertad, Chiapas.

En ese pueblito chiapaneco, vivían Pedro Sánchez y Petrona Jiménez, padres de mi abuela Nelly (mi abuela), Hilda, Aquiles (+) y Javier (+). Los papas de, mi abuela murieron cuando ella tenía apenas 14 años, así que tuvo que hacerse cargo de mis tíos.

A los 16, contrajo matrimonio con mi abuelo, el tenia 10 más que ella. Mi abuelo llevo a su esposa a vivir a un rancho llamado “El Tambor”. Allá nacieron sus hijos Polita (Mi mamá, que en realidad se llama Leopoldina), Armando, Olga, Domingo, Petrona, Carolina y Bertha.

La vida de ellos, fue dura. Pues según cuenta mi mamá, no se conocían noticias de lo que ocurría en el resto del país. Ella aprendió a leer y escribir cuando tenía alrededor de 17 años; cuando por cuestiones económicas tuvieron que vender el rancho y regresar a La Libertad a vivir en una casa cercana a la iglesia.

A los 18 años, me fui a estudiar Corte y Confección a Zapata – me dijo mi mamá-, porque ya estaba harta del rancho. Allá encontré trabajo de secretaria en el ayuntamiento, de donde me mandaban a las oficinas de Telégrafos a realizar giros y pagos. Allí conocí a tu papá. Que me caía mal, porque se cría un galán, y no hay cosa que yo odie más que la gente impertinente. Pero al final, me convenció y le hice caso. Y al poco tiempo nos casamos.

Se hicieron novios en 1976 y no tardaron más que 6 meses de novios, para decidir formar un hogar. Se casaron el 8 de enero de 1977, y Ariadna, mi hermana mayor nació 5 años después, yo a los 2 años siguientes.No sé si no me quisieron contar mucho, acerca de ellos, pero no puede obtener información más relevante que la que acabo de contarles.

Este es fin de esta historia, pero la mata sigue dando frutos…Es difícil, tratar de evocar el pasado, pero a veces resulta interesante conocer todo lo que aconteció en otra época y que nosotros no pudimos o no tuvimos oportunidad de vivir. Me regocijaba de gusto al escuchar a mi abuela narrarme acerca de ella y mis tías, de cómo era Cunduacán y como era su vida mientras estudiaba, claro, hubieron cosas que omití por parecerme irrelevantes. Y que solo conciernen a mi familia.Sin embargo, creo que Tabasco ha dado un paso muy grande, ha cambiado para bien y como país joven, aun nos falta mucho por hacer para llegar a ser potencia. Estamos en proceso…


[1] Cunduacán La Atenas de Tabasco, Alfonso Taracena, México, 1978

1 comentario:

  1. felicidades te aplicaste muy bien con esta descripción de tu árbol genealógico, y ciertamente tu apellido es de renombre, por eso nos gustaba más llamarte por el mismo, Taracena, tu tam bien eres parte de la historia de los que te conocemos, conocimos y delos que faltan por conocerte, saludos y un abrazo muy fuerte.

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